La primera vez que escuché sobre la pintura en polvo (o electrostática) fue hace unos 22 años, lo cual quiere decir que no es una tecnología nueva, para la gente que no está familiarizada con esta industria puede sonar algo novedoso y complicado de imaginar.
Recuerdo que mi reacción fue de sorpresa ya que mi única referencia en cuanto a pinturas era solamente con su versión líquida. Cuando vi el equipo de aplicación me di cuenta que era una versión electrónica de lo que comúnmente había visto en la industria del repintado automotriz tradicional, solo que en lugar de mangueras eran cables y en lugar de una pistola de aluminio para atomizar la pintura era una pistola casi como de consola de video juego lista para pulverizar material.
Entender el principio de funcionamiento no fue muy complicado, de hecho, me sorprendió lo básico del concepto.
Cargas iguales se repelen y cargas opuestas se atraen.
Así es, básicamente estamos hablando de polarizar de forma estática las partículas del recubrimiento y la pieza a recubrir de tal forma que éste se adhiera a la pieza.
Recubrir mediante esta tecnología se traduce en mejores acabados, en mayor resistencia y durabilidad, en recuperación de materiales (lo cual impacta directamente en los costos) y por si fuera poco, es una tecnología mucho más limpia ya que no está basada en solventes.
Aunque la adherencia es fuerte, es necesario complementar el proceso de recubrimiento con otro de curado, lo cual ayuda no solo en temas de adherencia sino de acabado en general.
Cada vez son más las empresas que están incorporando esta tecnología en sus procesos lo cual se traduce directamente en una mayor calidad de sus productos haciéndolas más competitivas.
¿Deseas saber más de esta tecnología? Cuéntanos un poco más de tu proceso, proyecto o emprendimiento y nuestro personal se encargará de brindarte la asesoría necesaria para ayudarte a llegar al siguiente nivel.
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